Contigo aprendí a amar sin que doliese, a poder verbalizar muchos de esos miedos que todos vamos soterrando en lo más profundo de nuestro ser, en un intento desesperado de ahogarlos y que vayan desapareciendo ellos solos, y al verbalizarlos y exponerlos a la luz dejaban de darme miedo, eras capaz de ir borrandolos poco a poco por si ellos se revelaban.

Creo que esto ya te lo he confesado antes, desde bien chica he tenido miedo a varias cosas y a lo largo de los años, como no podía ser de otra forma, se han ido acumulando de mala manera, como las cajas que vas dejando olvidadas en un trastero secreto de mala manera intentando emular a la Torre de Pisa. La cosa era así: miedo nuevo y yo corría al trastero a esconderlo con los otros y allí se quedaban todos ellos bien guardaditos, yo cerraba la puerta y me iba sin mirar atrás con paso ligero que acababa en carrera de huida, como si corriera calle abajo sin sentido y buscará perderme para que ellos se olvidaran de quien los iba encerrando.
Empiezo a pensar que precisamente por tener esa llave de los secretos y no enseñársela a nadie, nunca he sabido conjugar el futuro perfecto de “amar”, o alguno de sus tiempos. Prefería pasar de puntillas, imagino que ya lo debes saber, porque sinceramente, soy una experta en olvidarme de mí, apenas practico el autocuidado. Dicho de otra forma, soy especialista en ningunearme para dar prioridad al mundo antes que a mi mundo. Justificando lo injustificable para el mundo y teniendo una mano de hierro implacable para el mío. Como ves soy una experta en acorazarme para que ni yo ni nadie vea que es lo que guarda esa llave, porque tengo miedo, pánico que me provoque tanto daño y que me deje anestesiada, que ese dolor me paralice o me sede y prefiera quedarme en esa especie de pausa eterna.

Deberías salir corriendo y olvidarme, como resetearte, para volver hacer tu vida como si no hubiera aparecido nunca en tu camino, ignorando mi existencia porque te advierto, sólo soy una acumulación de demasiados errores y de demasiadas ausencias sentimentales que se han ido anidado en un rincón para darse entre ellas algo de calor.
Si decides seguir a mí lado y algún día te digo que tengo insomnio quiero que sepas que lo que me quita el sueño es no saber muy bien cómo cambiar mi vida. ¿Alguien sabe cómo se hacen las cosas bien? Bueno en realidad cuando has leído “cosas” lo que he querido escribir y preguntarte es ¿que hago con esa llave que esconde todos esos miedos? Es que ya estoy cansada, no quiero tener ninguna llave que guarde más tiempo mis miedos secretos. Recuerdo el día que esa llave apareció en mi bolsillo porque fue el mismo día que me rompieron por primera vez, por aquel entonces yo pensaba que si compartía mis miedos, o al menos algunos, haría que dejarán de tener tanto peso pero, en realidad, lo que hice fue regalarle a esa persona la oportunidad de romperme y dejarme en 5000 piezas.
Me llevó mucho tiempo, muchas lágrimas, mucha fuerza y mirarme mucho al espejo para juntarme de nuevo, no tengo claro si tengo todas mis piezas originales, o estoy casi segura que no, pero hace ya tiempo que dejó de preocuparme.

Espero que logremos ser la sorpresa diaria del otro, y si dejamos de serlo que podamos seguir siendo la causa de alguna sonrisa cuando de repente nos traigamos al recuerdo. Lo que quiero decirte es que espero que nos podamos hacer felices todos los días que sigamos compartiendo la vida.
Seamos sinceros, ambos, sabemos que desde que nos regalamos, o nos llevamos sin más, una parte del otro eso de olvidarnos el uno del otro no es totalmente inviable. Eso que nos unió, lo que nos mezcló, lo que nos llevamos del otro, lo que nos sigue uniendo es inmarcesible, así que dejemos de engañarnos el uno al otro y lo que es peor dejemos de autoengañarnos a nosotros mismos. Desde aquí te digo que has ganado, yo abandono esa carrera sin sentido que iniciamos porque al final haga lo que haga siempre apareces de una u otra forma…
Si por casualidades de la vida a ti te pasa (o pasase) igual y te animas a abandonar esa carrera sin sentido, yo estaré esperándote allí donde solíamos gritar, para ponernos al día con algo fresquito en la mano y seguir compartiendo la vida que nos rodea.
